Que las persianas se cierren de forma automática es un confort maravilloso. Pero, ¿qué ocurre si se encuentra un obstáculo en el camino? ¿Si el invierno hace que se congele la parte accionada? ¿O si el sol y el calor hacen que se dilaten los materiales? La respuesta de Becker es el E01. El automatismo dispone de un reconocimiento sensible de obstáculos con inversión. Es decir, si una silla de jardín o un juguete están obstaculizando el camino, el automatismo se detiene e invierte la marcha para liberar el obstáculo. Gracias a una protección contra inmovilización por congelación, el automatismo se desconecta antes de que se rompa algo. Por ejemplo, cuando en invierno el agua de lluvia o la condensación hacen que se congelen las lamas de la persiana. Y compensa por sí mismo cambios en la longitud de la persiana tomando regularmente como referencia el tope superior. De esa forma, en la siguiente marcha vuelve a detenerse justo antes del tope superior para evitar ruidos innecesarios. Becker piensa en todo para que el automatismo de su persiana no deje nada al azar.